Gucci hizo la presentación de su nueva colección Exquisite en donde Alessandro, el director creativo de Gucci, se inspiró en el cine. Por su poder de contar historias que puedan indagar sobre la aventura humana y su significado. Por su poder visionario de indagar en lo real, haciéndolo vertiginosamente imaginativo y cuestionable. Una mirada tan meticulosa sobre lo humano, después de todo, es algo cercano a mí.
Alessandro nunca pudo imaginar la ropa separada de la historia y de la vida de la persona que la usa. Una prenda no es, ni será nunca, solo un pedazo de tela. Es más bien el medio a través del cual se puede desplegar quiénes realmente decidimos ser, es cómo moldeamos nuestros deseos y el sentido último de nuestra permanencia. Por eso siempre las colecciones de Gucci ante los ojos del director son como películas, capaces de transmitir una cinematografía del presente: una partitura de historias, eclécticas y disonantes, capaces de sacralizar lo humano y su capacidad metamórfica.
La campaña “Exquisite” es un homenaje al cine y a uno de sus maestros más brillantes, Stanley Kubrick. Un cineasta filosófico que, mejor que otros, emanó la magia de ese nudo intrincado a través del cual el cine destila vida y la magnifica. La capacidad notable de Kubrick para abordar temas muy diferentes, su impulso experimental va más allá de cualquier categorización posible, es una de las fuentes de inspiración más grandes. Cada película, de hecho, digiere las múltiples almas donde la distopía se encuentra con la parodia, el drama se convierte en comedia humana, el horror parece un tratado psicofilosófico, el sentimiento de verdad evoluciona hacia lo siniestro. Kubrick fue, en esencia, un verdadero escultor de géneros: el director de “géneros cruzados”, adelantado a su época. Su capacidad para construir historias que superan la trascendencia, cruzando fronteras y desafiando las etiquetas, siempre me ha inspirado profundamente.
Como un acto de amor, Alessandro decidió volver a habitar las películas de Kubrick, empujando hasta la esencia de este enfoque incendiario. Se tomó la libertad de desmontarlas, mezclarlas, injertarlas y volver a montarlas. Apegándose a sus praxis creativa, se apoderó de esas películas, resemantizándolas, poblándolas con su ropa. Intentando crear circuitos cortos donde el traje de adidas, que ya había perdido su condición de ropa deportiva para convertirse en un traje victoriano, aparece como un nuevo personaje en el guion de Barry Lyndon.
El vestido diseñado por Laura Whitcomb, con el que Madonna acaparó los reflectores en Nueva York en los noventa, encaja en las escenas góticas de El resplandor. La misteriosa oscuridad del enigmático ritual de Ojos bien cerrados abraza a una venus en piel, adornada con perlas burguesas sensuales. Además, los zapatos noventeros con sabor fetichista explotan a través de las monturas de La naranja mecánica.
Por último, el vestido de noche más soñado con volantes suaves de tul que irrumpe en el espacio aséptico y distópico del Discovery One en 2001: Odisea del espacio. Este juego situacionista mezcla planos históricos, referencias y vivencias. El pasado estalla en el presente. Todo puede convertirse en cualquier cosa, o en algo diferente.
Como en aquella famosa escena de la obra maestra de Kubrick, donde el hueso se convierte en nave espacial. Así como en la vida.
Con “Exquisite” es el intento de mezclar lo alto y lo bajo, esta vez de forma coherente y sinérgica con la gramática del gran director. En las secuencias seleccionadas se siente como si Nietzsche, Kant y Freud hablaran casualmente con la gente en la calle. Las preguntas más importantes sobre el significado de la vida se convierten en imágenes pop. Transfiguraciones complejas en términos de significado que obtienen accesos inmediatos en términos de experiencia. Todo llega a ser icónico, simbólicamente sofisticado, pero capaz de reflejar una cultura que definitivamente podemos identificar como pop. Después de todo, también eligió a Kubrick para esto. Lo que creó es parte de nuestro imaginario colectivo. Como era un adivino de la visión, sus obras son tan reconocibles como la Capilla Sixtina, La Virgen de las Rocas o Los Simpson. Manipular sus imágenes dentro de un nuevo marco semántico, es como hackear a La Gioconda. Además de la inspiración y la empatía que son sólo posibles a través de la máquina cinematográfica ficcional.
Esta implicación genera un cambio de estado muy significativo para su trabajo: la ropa vuelve a acercarse a la vida al descubierto. Se convierten en prótesis funcionales muy imaginativas, y lo hacen para contar una historia. Una historia que destroza, encanta, tortura, enciende. Porque es la historia de lo humano que habita en todos y cada uno de nosotros, como bien sabía Stanley Kubrick.
“2001: Una odisea del espacio”, “La naranja mecánica”, “Barry Lyndon”, “Ojos bien cerrados” y “El resplandor” de Stanley Kubrick están disponibles hoy en formato Blu-ray y digital.
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